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Lea Leone publica “Alodinia”, su arrebatador primer álbum

Ya disponible en plataformas digitales y el 8 de marzo en  vinilo edición limitada

Alodinia es un trastorno de la mente o del corazón que consiste en sentir dolor por estímulos que normalmente no son dolorosos. De eso está hecho este disco, de emociones a flor de piel. Música a flor de piel.

Lea Leone presenta «Alodinia» el 2 de marzo en Valencia (Centro Excursionista), el 9 en Madrid (Fotomatón), el 15 en Albacete (Sala Sideral) y el 6 de abril a las 13h en Els Vermuts de l’Helio y por la noche en la sala Apolo 2 junto a McEnroe y el 20 actuará en Marbella (Hotel Lima).

🎧 Escucha «Alodinia» de Lea Leone en plataformas digitales.
Vinilo disponible el 8 de marzo. Pre-venta ya activada en Subterfugeshop.com

Una voz dulce como una cuchilla, dúctil y a la vez potente y arrebatada. Unas segundas voces que elevan las canciones, y recuerdan por momentos a Aute, y no es esta la única cosa que nos remite a la más brillante tradición del pop hispano. Pero con toda naturalidad nos está hablando a la vez en el idioma del indie sofisticado y de gusto clásico de una Weyes Blood (con la que comparte no tanto lo formal como lo que se refiere a concepto y actitud… e incluso el nombre de pila), o de unas Angel Olsen, o de una Lana del Rey… o de  La Buena Vida. Esa pureza, esa inteligente sinceridad con los sentimientos, la elegancia en las formas hacen entroncar a Lea Leone con todo el llamado sonido Donosti. Desde Aventuras de Kirlian hasta Single, pasando por Family, en espíritu o concepto más que en sonoridad.

Diez canciones, diez. Un disco para escucharlo entero. Redondo. Melodías que parecen venir de ninguna parte, como la de ‘esa melodía’; bossa oscura y brillante en ‘pecera’; relatos sentimentales de dulce truculencia a lo Nacho Vegas como los de ‘bola de cristal (nieve)’ o ‘la droga’; más relatos cohenianos como la historia en penumbra de ‘el fugitivo’; saltos emocionales al vacío como el que hay en ‘hazme un pequeño favor’; ataques de indie rock radiante a lo Alvvays o Boo Radleys en ‘aquel sábado’; folk de alcoba como el de ‘pelo revuelto’, que de repente se ve inundado por la lluvia de Twin Peaks como un ataque masivo…; o la clarividencia sensitiva del paso de la vida, a ritmo pop, en ‘el tiempo’. Y finalmente, iniciándolo todo, una canción como ‘encajar #3’, que introduce el disco y te arrebata para siempre.

Todo ello nos lo cuenta Lea Leone con la voz de los ángeles oscuros, arropada por una instrumentación delicada, frágil a veces, pero profunda, regida con determinación por la guitarra acústica o eléctrica de la propia Lea. Y alumbrado todo por los refinados arreglos de las guitarras, pianos y sintetizadores de Eloy Bernal, que se encarga también del bajo en la mayoría de canciones (Pedro Ortiz lo toca en ‘esa melodía’ y ‘el fugitivo’). Y todo llevado más hacia delante aún por la batería fantasiosa de Pedro Señalada. No hay aquí sonido matemático ni enlatado. Es la naturalidad de quien te cuenta una confidencia. La misma naturalidad de los textos a corazón abierto: nada de cinismo ni ironía cruel, si acaso la ironía fina de un amigo, de una amiga. Y lirismo exacerbado, sobre el amor en sus distintas formas, romanticismo radical, pero no el de las películas; el de la vida.

Un corazón tan grande sólo puede traer cosas buenas. Buenas noticias, al fin.

«Grabar este álbum ha sido lo más cerca que me he sentido de saber quién soy, de aceptar cómo siento y qué cosas siento. En las canciones, los complejos se transforman en herramientas y el miedo en una paleta de colores sobre un lienzo –a veces– demasiado grande”. Lea Leone

*Foto de Adrián Murillo