Paro, siesta, dias de fiesta

En este segundo álbum de los barceloneses TCR se acentúa todo lo bueno que nos ofrecieron en su primer disco. Hace dos años, antes de la efervescencia de grupos-seta llegaron TCR con un nosequé que les distinguía de los demás desde la primera escucha. Son el punk como a mí me gusta. Y ahora, más coherentes que nunca, lo demuestran con ese aire a los Buzzcocks que han conseguido en algunas, en los vientos con actitud -a lo Comet Gain- en la genial “Boca extra” que abre el disco, y también en la acertada versión de los TV Personalities. El sonido de este segundo disco les ha salido muy natural, en el sentido de que suena a como son Junior, Jose, Gabi, Susana y Sara en directo, nada descafeinado. Y tienen cosas que decir, que se agradece. A TCR se les ha incluido a menudo en toda esa retahíla de grupillos que han copiado “El Bello Verano” de Family. Error. No encontrarás ni eso ni naves espaciales, o lo que es lo mismo, en sus propias palabras: “chatarra del espacio”. Su personal ironía impera a lo largo de todo el disco. Por ejemplo la sensación de hastío en “Hasta que punto” (con mis frases favoritas: “No eres lo que sueñas, sino lo que vives/ un verano entero mascando chicle/ puro declive”); el desaliento del artista a la sombra ante la fuga de su pareja y por lo tanto su musa en “De la A a la Z” (“no puedo más que parodiar / a mi gastado original / y la copia es aún más gris”); el fanzineo resultante de la aparición de de ya sabes que grupos en los últimos tiempos en “Adriadna nos parece más bien normalita y fuera de onda”; la modernez barcelonesa en “Sangre en el Apolo”; el mal rollo de las fiestas (¡ellos también las odian!) en “¿Qué preparan? ¿Dónde están?”; poder seguir haciendo las cosas a su manera y no seguir la profesionalidad (“lo que yo tengo no lo pueden tener / pues son músicos serios y no tienen remedio”); añoranza de tiempos pasados en “Se nos rompió el humor”; amistades que fallan y decepcionan en “Plan B”; la mensajería vista desde una punto de vista romántico en “Desde Pedralbes hasta el mar”. Todo pasado por la turmix de su característica ironía y doble sentido, especialmente en la canción que cierra el disco, “P.O.P.”. En ésta, lo que a simple escucha podría parecer un himno a “aquel verano en que todo fue pop”, es puro sarcasmo hacia todo lo que se ha venido agrupando como tontipop: grupos, revistas, fanzines, etc. (“tan bello que nada hacía suponer/ que pasaría tan pronto aquel verano”). De hecho las golosinas de la portada de su primer disco aparecían pisoteadas. Esta vez, Mario Feal ha hecho un diseño entre soul y propagandista, con un guitarrista anónimo (que a mi me gusta imaginar que es Jonathan Richman), que no da lugar a equívocos. Así es “Paro, siesta, días de fiesta” (¡Ay de ti como te lo pierdas!) Manuel Spicnic