Anatomía

Tuvo Antonio Birabent capacidad para sorprendernos. Azar (Subterfuge, 1999), su primer disco en España, fue para muchos deslumbrante. Casi se podría decir que con ese álbum, nuestro sueño musical empezó a hacerse realidad. Emociones intensas, tejidas entre montones de detalles sonoros. Por fin podíamos oír un disco con sonido contemporáneo, reflejo de las nuevas tendencias, cantando en español. Con un laberinto semántico envidiable. Manejo de virtudes expresivas. Con montones de piruetas digitales que no renunciaban a las mejores armas formales del pop. Un lujo.Birabent, el hijo de Moris, creció en las calles de Madrid. Regreso a su Buenos Aires con la familia y de paso por aquí (de nuevo) para rodar una película (su otra actividad) nos dejó aquellas canciones grabadas en su estudio especial y privado. El estudio efímero. Autentico lo-fi.Ahora llega el resultado de otro viaje entre Madrid y Buenos Aires. Un disco repleto de lugares esquivos pero determinantes. Un álbum sobre la geografía física y sentimental cotidiana. Anatomía es como un compendio de ideas ilustres e íntimas. Una colección de lecciones y sueños vitales. Deshinibido en la parte formal. Combinando, más si cabe, música electrónica y orgánica. Sin miedo. Audazmente.rnrnDesde la canción que abre y da título al disco (su primer sencillo) Anatomía, a las caricias melódicas de Chica Panic Attack, la sublime pieza que cierra el álbum. Todo son composiciones a punto de romperse. Como la nostalgia. Como la melancólica A descansar. O la rutilante y eléctrica Nubes grises. La sintética Caminsun. O la astronómica y genial Orbito. Una obra en la que disecciona y describe. Pura anatomía. Anímica.